Ellas fueron Mujeres de Ñuble | Revista Octubre 2024
Artículo publicado en Revista Mujeres de Ñuble N°10 (octubre 2024)
Las historias de esta edición representan la diversidad, fuerza y creatividad que caracterizan a las Mujeres de Ñuble. Ya sea a través de sus emprendimientos, sus luchas personales o su contribución a la cultura y la educación. Cada una de ellas ha encontrado una forma única de marcar la diferencia en su comunidad. Si quieres ser una de ellas o saber más, escríbenos a @mujeresdenuble
La psicóloga que forja vínculos fuertes
María Eugenia Quijada Sepúlveda ( 37 años, El Carmen) es psicóloga de profesión. Casada con “Andre” y madre de Cristóbal y Demian, 7 y 4 años.
Hija de padres agricultores, se siente orgullosa de sus raíces y de su infancia en el campo, donde reconoce que fue libre, aunque su adolescencia estuvo atravesada por una depresión. Es la primera integrante de su familia en tener un título profesional, luego sus dos hermanas menores continuaron en esa senda.
Es creadora de la cuenta @vinculosyfamilias, proyecto que lidera en Chillán de manera paralela a su labor como docente en la Universidad del Bío-Bío.
Como profesional, ofrece servicios de atención psicoterapéutica. Su enfoque está centrado en la atención de la primera infancia. “La salud mental perinatal es muy relevante tanto para la madre como para su bebé. Es un período altamente crítico. La primera infancia es donde se construyen las bases, el radier de la casa en términos de apego, de sentido de sí mismo, socialización y otros muchos aspectos relevantes para la salud mental de nuestros hijos”, aclara.
Para María Eugenia ser parte de Mujeres de Ñuble ha significado “una vitrina para dar a conocer mis batallas cotidianas y mi perfil profesional. Desde mi mirada es relevante humanizar al terapeuta, acercarlo a las personas. En el que mis dolores y aprendizajes no son tan distintos a los que tienen las personas”.
Guardiana de la tradición vinícola
María Loreto Alarcón Müffeler vive en tres mundos paralelos. Se ha desarrollado como técnico agrícola, traductora en inglés y como profesora de yoga. Ella está detrás de “Viña Mujeres Itata”, un viñedo con sello femenino, fundado originalmente por su abuelo y padre, que se ha encargado de preservar y proteger. Junto a su hija Josefa viven en medio de un bosque, rodeada de vides que fueron plantados por ellos.
Su proyecto enoturístico ha desafiado los convencionalismos de la industria vitivinícola. Viña Mujeres Itata, abierta al turismo desde hace más de cinco años, ha logrado combinar la producción de vinos ancestrales con experiencias únicas, que van más allá del simple acto de degustar una copa. Este emprendimiento ha optado por un enfoque colaborativo e intuitivo, creando un espacio donde el apoyo mutuo de mujeres invitadas son la clave.
“Esto porque las experiencias se van gestando y creando con el apoyo y la creatividad de otras mujeres invitadas a participar. Hemos contado con la valiosa colaboración de psicólogas, terapeutas holísticas, sommeliers, sahumadoras y bailarinas, entre otras. Su aporte y amor los atesoro con el alma”, destaca.
Para Loreto, ser convocada a Mujeres de Ñuble ha sido muy especial. "No sólo por visibilizarnos, sino que también por reconocernos como mujeres de valor. Empoderadas, resilientes, fuertes, generosas, creadoras, sanadoras, comunicadoras y tantas facetas más”, reconoce.
Emprendedora, entre el diseño y la maternidad
Carola Coloma Sylvestre (40) es comunicadora audiovisual y desde hace 14 años es la creadora de un proyecto que comenzó enfocado en el diseño de material didáctico para preescolares llamado Aula Entretenida Ediciones y que luego creció a productos de carácter corporativo con el @elrincondeldisenochillan, labor que le ha permitido compatibilizar el rol más gratificante en el plano personal, el ser madre de Ignacio y Andrée.
Con la ayuda de su marido Patricio, a fines de 2022, habilitaron un taller en la bodega de su casa, donde da rienda suelta a creatividad y sus anhelos de realización personal. Gracias a su experiencia y compromiso, ha aumentado progresivamente el volumen de sus productos, pasando de artículos unitarios personalizados como tarjetas, diplomas y otros a fabricar corporativos, para instituciones públicas y privadas, como agendas, cuadernillos, calendarios, lápices, timbres, entre otros.
“En este momento no cambiaría mi trabajo. Como mencioné al principio, mis hijos son quienes, sin querer y sin saber, han dirigido mis decisiones laborales. Sin darme cuenta, fui rechazando oportunidades más estables, pero con mayores limitaciones de tiempo, en virtud del trabajo más importante que se me ha encomendado, ser madre”, comenta.
Para Carola, la experiencia en Mujeres de Ñuble es gratificante, ya que ha ayudado a promover la economía local. “Agradezco a este grupo de comunicadoras quienes buscan apoyar permanentemente a emprendedoras de la región”, expresa.
La dulzura de Santa Laura
Hace nueve años, Angélica Herrera Jarpa llegó a la Región de Ñuble junto a su marido e hija, de 8 meses, desde Sudáfrica. Angélica Herrera es santiaguina, pero eligió vivir en el campo y cerca de sus redes de apoyo en Chillán. Su familia tiene una fábrica de manjar artesanal que nació en 1995, un negocio al que se sumó aportando modernización. Se trata de Manjar Santa Laura, una pyme que ocupa gran parte de su tiempo junto con su labor de mamá de Amelia (9) y Elena (7).
Su madre fue la protagonista del negocio familiar, ya que, desde Santiago, gestionaba los pedidos y las entregas. Desde pequeña Angélica, fue su compañía, adquiriendo aprendizaje y experiencia en el rubro, que hoy ha logrado aplicar.
“Todos los días se aprende algo nuevo y todos los días hay alguna dificultad que sortear, pero me quedo con lo que más me gusta, que es la gente que he podido conocer gracias al manjar, mis clientas queridas. Tenemos hartos clientes, desde pastelerías grandes en Santiago y Chillán, hasta emprendedoras secas de varias regiones, que hacen unas tortas y postres realmente increíbles desde sus casas o talleres”, detalla.
Para Angélica, vivir la experiencia en Mujeres de Ñuble, “significó reafirmar que formó parte de una hermosa comunidad de mujeres que nos apoyamos las unas a las otras, para poder brillar en las distintas áreas en las que nos desarrollamos".
La superación personal de “Angie”
Angélica Gutiérrez Hernández es oriunda de Coihueco y amante de las tradiciones chilenas. Vive en el sector La Dehesa y su relato conmovió a la comunidad de Mujeres de Ñuble al revelar una íntima historia personal. Hace 10 años, la laboratorista de profesión, padece una Anorexia nerviosa, con un déficit nutricional severo, que mantuvo al borde de la muerte. Durante un año estuvo hospitalizada para posteriormente vivir la fase de rehabilitación y comenzar una nueva vida de la mano de su familia, su motor para salir adelante. Sin embargo, el camino no ha sido fácil para “Angie”, ya que reconoce que ha sufrido recaídas de las que se ha levantado nuevamente.
Su testimonio es como un faro para quienes viven la misma experiencia, demostrando que es posible volver a empezar.
“Valoren el presente, aprecien los momentos, amen, disfruten a su familia, amigos y personas de su entorno, porque tener un trastorno de la conducta alimentaria como es la anorexia nerviosa quita años, momentos, personas, experiencias, felicidad, risas, pero también ayuda a crecer”, enfatiza
Para Angélica es gratificante ser parte de la cmunidad de Mujeres de Ñuble. “Genera un espacio seguro en donde compartimos conexiones emocionales, culturales y crecimientos personales, lo que hace fortalecer nuestra voz, empoderamiento, autoestima, liderazgo y autonomía”, valora.
Adriana, entre la salud y la música
La vida de Adriana Donoso Núñez (38) fluye en el folclor y la salud. En la actualidad pertenece al grupo “Violeta Brava” conformado por amigas dedicadas a la música y a quienes conoció en su anterior agrupación “We Küyen”, donde atesoró siete años marcados por la disciplina, el compromiso y giras que la llevaron a conocer lugares como Isla de Pascua y Cuba.
Su relación con la música comenzó desde niña. El piano, la guitarra y el canto han sido parte de su trayectoria musical que compatibiliza con su trabajo actual como enfermera especializada en diálisis. Pero antes de convertirse en profesional fue Técnico en Enfermería, carrera que financió trabajando como promotora y también garzona, pero nunca dejando de lado su pasión por la música, ensayando tras el trabajo para darle forma a sus proyectos.
La cueca urbana y su musa inspiradora, Violeta Parra, dan vida a su actual agrupación la que se ha presentado en diversos escenarios, reflejando la esencia de la mujer de Ñuble.
“En el año 2016 comenzamos con los ensayos, donde tocamos y cantamos cuecas de agrupaciones de mujeres y también de nuestra musa inspiradora Violeta Parra (por quien recibe el nombre nuestro grupo).
Uno de nuestros objetivos era devolverle a la mujer el rol de cantora. La que aviva las fiestas, acompañaba en ceremonias y contaba historias por medio de su canto. De esta forma, también comenzaron a nacer composiciones propias, donde se muestran las historias de Chillán y algunos de sus personajes”, explica.
Para Adriana, la plataforma de Mujeres ñublensinas “es una hermosa oportunidad de enriquecerse con las historias de cada una, celebrar los emprendimientos, admirar la fortaleza, valentía, inteligencia y alegría de cada mujer que ha estampado un pedacito de sí, en sus narraciones”.
El liderazgo en equipo de Tatiana
La chillaneja Tatiana Vidal posee una nutrida trayectoria como directora en educación. Fue por 13 años rectora del Colegio Alemán, donde también impartió clases formando a generaciones de jóvenes. Además, estuvo a cargo de la Coordinación del Proyecto Explora de la Universidad de Concepción Campus Chillán, donde pudo conocer la realidad de las escuelas rurales.
Actualmente es directora de la Escuela Artística Claudio Arrau, donde llegó a asumir este nuevo desafío en junio pasado. Es profesora de Biología y Máster en Educación, con más de 30 años de trayectoria. Es la menor de tres hermanos, todos profesores de distintas especialidades, quienes heredaron la vocación por la docencia de su mamá.
En el plano personal, reconoce que ama a sus tres sobrinos como si fueran sus hijos. Está orgullosa de sus logros profesionales y disfruta de sus “sobrinos nietos”.
Para Tatiana no hay mejor inversión que viajar y empaparse de nuevas culturas. Sus amigas han sido las cómplices de sus aventuras. El deporte también es su terapia. “Es una oportunidad de explorar y conocer diversidad de paisajes, costumbres, comidas. Viajando uno aprende a socializar, adaptarse a diferentes lugares y confiar más en su propia intuición. Soy afortunada de tener amigas que me han acompañado desde hace mucho tiempo en estas aventuras, con las cuales planificamos los destinos y vivimos estas experiencias que son tan enriquecedoras y que atesoramos para toda la vida”, valora.
Vanesa transformó el dolor en fortaleza
Vanesa Bórquez Oyarzo es valdiviana y desde hace 24 años pertenece a la región de Ñuble. Su testimonio conmovió a la comunidad por compartir un relato íntimo marcado por la valentía y resiliencia. Es una luz en la oscuridad para quienes han sufrido una violación. Cuando tenía 20 años lo vivió y decidió dar en adopción a su hija. La terapia y la medicina la ayudaron a sanar sus heridas, aprendiendo a vivir en paz y felicidad.
De profesión, profesora de Ciencias Naturales con mención en Química y magíster en el área, logró sacar adelante sus estudios trabajando como promotora, haciendo clases particulares y en el laboratorio de su alma mater, la Universidad del Bío-Bío. Hace cinco años hace clases en la Universidad del Alba, labor que le genera gran satisfacción al contribuir en la formación de las nuevas generaciones de profesiones del área científica.
“La pedagogía es algo que transformó mi vida. Con ella vibro día a día en mi vocación de enseñar, de educar no solo en ciencias, sino en valores, principios y habilidades blandas”, valora.
Su madre, hermana y “Lunita” constituyen su pilar y su refugio cuando la vida se torna caótica. “Me siento profundamente orgullosa de las mujeres de mi familia, de lo fuerte, valiente y trabajadoras que somos”, destaca.
Para Vanesa, “Mujeres de Ñuble” es un espacio de contención. “Me hicieron sentir que no estaba sola con esta carga tan pesada que llevé en silencio por años, por dolor y vergüenza, sin saber cómo llevar todo lo que había vivido”, reflexiona.
Revitalizando la tradición viñatera
Nicole Concha Neira (33) es psicóloga y pertenece a la cuarta generación de una familia viñatera en Coelemu. Junto a su pareja Elier y su hija Rosario han desarrollado el proyecto “Viña Viejo Encino”, que potencia el enoturismo para contribuir a posicionar a la Región de Ñuble como un destino atractivo.
“Estamos enfocados en la elaboración de vinos hechos 100% de uva natural, buscando producir vinos, basándonos en la forma antigua y tradicional heredada de generación en generación”, enfatiza.
Desde 2021, su bodega, construida con 7 mil tejas pintadas a mano y más de 2 mil bloques de adobe, dio la bienvenida a los turistas para brindarles una experiencia cercana y familiar para darles a conocer el paisaje, la historia, patrimonio, cultura y vinos del valle del Itata.
“Itata es un valle que ofrece actividades pensadas en la familia y en las personas que quieren hablar directamente con los productores y dueños de sus bodegas”, destaca.
Para Nicole marcar presencia en “Mujeres de Ñuble” es “una oportunidad de hablar sobre cómo hoy los jóvenes están dispuestos de quedarse en los sectores rurales e iniciar pequeños proyectos que puedan posicionar el vino y el turismo como eje central de trabajo en nuestra región”.
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